Dante Gebel se mostró contundente: «Mis redes no están destinadas a mostrar mi vida privada»
El reconocido conferencista, influencer, actor y conductor de televisión argentino, Dante Gebel, publicó a través de las redes sociales una carta abierta en respuesta a las crecientes críticas y comentarios negativos que ha enfrentado, particularmente en lo que respecta a su vida privada y familiar.
En el escrito, Gebel explica su determinación de separar su vida privada de su vida pública, anunciando que ya no compartirá fotos ni videos de su esposa e hijos en sus perfiles en redes sociales.
Expresó su preocupación por la «crueldad» y la «impunidad» que prevalece en las plataformas de redes sociales, señalando que los comentarios «hirientes y despectivos» pueden tener un «impacto devastador», especialmente en sus seres queridos más vulnerables, sus hijos.
Gebel relata experiencias pasadas donde ha sido testigo de «predicciones macabras y amenazas» hacia su familia por parte de individuos anónimos en las redes, lo que ha reforzado su determinación de «proteger la inocencia y la tranquilidad» de sus hijos.
La decisión de Gebel de mantener su vida privada fuera del escrutinio público es una medida destinada a «salvaguardar el bienestar emocional» y «la privacidad» de su familia en medio de un entorno digital cada vez más hostil.
Su carta concluye reiterando su «compromiso» con su labor pública y su disposición a compartir su mensaje y su vida profesional con el público, pero dejando claro que su vida privada «no está sujeta a la misma exposición».
Carta Completa de Dante Gebel: «Si abro la puerta de mi casa, nunca más podré cerrarla»
«A veces, suelen preguntarme por qué ya no me saco fotos con la familia, con los hijos y por qué, no los muestro. Honestamente, desde hace algunos años solo publico lo que tenga que ver con el trabajo, las giras, River Arena, la radio, la televisión, los libros; pero desde hace un buen tiempo, en mis perfiles, YA NO HAY FOTOS de mi vida privada o familiar, ni las habrá. No estoy diciendo que los demás deberían hacer lo mismo; esta es una decisión estrictamente personal.
He decidido NO exponerlos, quiero preservar su inocencia, lo más que se pueda. Hay muchísima crueldad en las redes, y demasiada gente resentida dando vuelta, en esta gran autopista de la comunicación.
Lamentablemente, el evangélico promedio, goza de una impunidad absoluta para adjetivar sin el mínimo temor o respeto; capaz de escribir: “Que gordo (o flaco) está tu hijo”, “Debe ser un vago”, “Que narigón”, “Te salió corto de vista”, “Seguro vive de los diezmos”, o la dulce frase: “¡Vas a arder en el infierno como tu padre!”.
Así se expresa cierto sector religioso, y no estoy dispuesto a que ellos tengan que lidiar con esa impunidad verbal de quienes piensan que “pecado es lo que se hace y no lo que se escribe”.
Yo soy un hombre entrenado; me divierten ese tipo de comentarios y los capitalizo; pero para un niño, podría ser letal.
Prefiero que disfruten su infancia en paz y que no tengan que ser acreedores de la asfixia de tener un papá conocido. Ellos no eligieron ser los hijos de Dante Gebel, así que mínimamente se merecen el derecho de una vida inocente, libre y con bajo perfil.
Hace unos años, publiqué un par de fotos con ellos y no faltó el “profeta” que los maldijo por sus nombres propios, diciendo que morirían prematuramente, por la razón que su papá (o sea, yo) no quiso aceptar una invitación para predicar en su país.
Fue él mismo delirante e inconsciente, que predijo que caería un meteorito sobre River Arena y morirían todos quemados (¡Es increíble la cantidad de muertes que se podrían evitar, si tan solo aceptara predicar en su congregación!).
De ese tipo de gente tóxica y desquiciada, que exhibe su verborrea en esta gran «cloaca de la humanidad» que son las redes, es que decidí protegerlos; mínimo hasta que sean adultos y decidan exponerse por sí solos. Pero ya no será mi decisión.
Un sabio dramaturgo le aconsejó una vez a la familia Real de Gran Bretaña: “Si abren la puerta de vuestra intimidad al público, no pretendáis cerrarla nunca jamás”.
Abrir esa puerta, siempre es un viaje de ida.
Mis redes no están destinadas a mostrar mi vida privada, sino aquello a lo que fui llamado, mi asignación y mi propósito. La gente que me sigue, SOLO SABE LO QUE QUIERO Y PERMITO QUE SEPAN. Pero mi vida privada no es un reality, y no le interesa a nadie.
Tampoco estoy obligado a mostrar nada, “para dar buen testimonio o ejemplo”. Esa es la vieja excusa de los que quieren chismear un poco más de lo que deberían saber. El testimonio, no se construye en Instagram, se forja en secreto y no se expone, solo se deja ver orgánicamente. Y mucho menos me pondría de “ejemplo”, porque estoy consciente de lo falible que puedo ser. No puedo prometer que no voy a fallar, sería una falacia, tan solo el considerarlo. Mi llamado específico, es a transmitir un mensaje, no a mostrar mi vida íntima.
Mi vida pública estará aquí siempre para todos, disponible, auténtica y transparente, con sus errores y aciertos. De mis mensajes y de esa vida pública, opinen lo que quieran, porque yo decidí exponerla, hace más de treinta años.
La otra, la privada, esa es solo mía. Y de esa, pueden especular e inventar lo que quieran, y arribar a sus propias conclusiones; me tiene sin cuidado.
Y no me interesa “que todo el mundo muestra su intimidad”; o que “Fulanito siempre muestra a su familia”; yo nunca me dejé llevar por el axioma: “Coman estiércol, porque un millón de moscas no pueden estar equivocadas”
Y por otra parte, cuando me toque morir, ninguno de los “seguidores de las redes” se ofrecerá a enterrarse conmigo. Después de todo, internet nunca fue la vida real.
Gracias por vuestra comprensión y sepan disculpar tanta sinceridad. Lindo viernes.»
(tdmproducciones)