Dante Gebel sobre River Arena: «Todo el dinero que entra es destinado a bendecir al mundo»
En un contexto donde muchas congregaciones religiosas buscan innovar con propuestas para distintos públicos, celebraciones temáticas y encuentros multitudinarios, el fenómeno de River Arena, liderado por Dante Gebel, parece caminar en dirección contraria… y aun así, seguir creciendo.
“No hay un solo día en el que no le pregunte a Dios, acerca de por qué pasa lo que pasa en River Arena”, reflexiona Gebel en un reciente posteo que, con el tono de quien aún se sorprende por el impacto generado, vuelve a poner en foco un modelo que se resiste al molde tradicional de las iglesias evangélicas contemporáneas.
Lejos de ofrecer una estructura programática con ministerios segmentados por edad, reuniones especiales o actividades sociales internas, River Arena se sostiene con apenas dos reuniones semanales a sala llena, transmitidas en vivo a más de dos millones de dispositivos en todo el mundo. “No tenemos actividades para las distintas edades, ni escuela dominical, ni congresos proféticos. Solo predicamos a Cristo”, afirma Gebel.
El enfoque, según el propio pastor, es radicalmente cristo-céntrico. La adoración musical es de excelencia, la estética es moderna y atractiva, pero el contenido gira exclusivamente en torno al mensaje del evangelio. “Puedes venir cualquier domingo del año, y siempre hay pan en la casa del pan”, asegura.
Lo que sorprende, incluso dentro del ámbito cristiano, es que River no recolecta ofrendas durante el culto, ni impulsa campañas para levantar templos o “sembrar” con fines específicos. Quien desea donar, puede hacerlo de forma voluntaria al salir, depositando su contribución en urnas ubicadas en el lobby exterior. Aún así, en solo cinco años, ya se han enviado más de 45 millones de dólares a obras sociales y misiones en distintos lugares del mundo.
“Todo el dinero que entra es destinado a bendecir al mundo”, sostiene Gebel. No hay franquicias, ni “coberturas” espirituales, ni anexos. El Arena —ubicado en Anaheim, California— está completamente pagado, junto con su equipamiento y su personal. La institución se mantiene activa gracias a un equipo de más de 700 voluntarios, conocidos como la “marea azul”.
Pero más allá de lo estructural, el mensaje de River no está pensado exclusivamente para evangélicos o personas religiosas. “Es un hospital del alma”, dice Gebel. Y en ese hospital hay lugar para ateos, católicos, agnósticos, mormones, anglicanos, judíos mesiánicos y ortodoxos, testigos de Jehová, y cualquier otro credo.
“Supuestamente hacemos todo al revés de lo que se debería hacer de manera tradicional, pero por alguna razón divina, resulta”, comenta el pastor con una mezcla de humildad y asombro. “Y si resulta, no nos movemos un centímetro de la visión”.
River Arena se ha convertido, con el correr de los años, en un fenómeno global que escapa a los análisis comunes. Para algunos, representa una vuelta al mensaje esencial del evangelio. Para otros, una revolución silenciosa dentro del mundo cristiano. Lo cierto es que, más allá de las cifras y de la estética, su impacto parece tener raíces profundas. Como concluye el propio Gebel:
“Tarde o temprano, la historia validará lo que hoy casi no podemos explicar”.
(TDMPRODUCCIONES)